viernes, 27 de enero de 2012

Carmen Corpas canta La Caña

1 Carmen Corpas canta La Caña con Juan Carlos Cortés a la guitarra


Cuando yo canto la Caña
el alma pongo en mi cante
porque me acuerdo de Enrique
y creo tenerlo delante

Ay arsa y viva Ronda
reina de los cielos
y creo tenerlo delante

Se cayó la Babilonia
porque le faltó el cimiento
nuestro querer no se acaba
aunque se caiga el firmamento


2 Carmen Corpas canta La Caña a capella


3 Carmen Corpas canta La Caña a capella en el patio de la Peña Flamenca Juan de Arcos



4 Cómo se acompaña La Caña de Fosforito con la guitarra de Paco de Lucía

Carmen Corpas, clases de cante flamenco en la peña Juan de Arcos de Badalona-Calle Real-Fandangos del Alosno

Carmen Corpas, clases de cante flamenco en la peña Juan de Arcos de Badalona-Calle Real-Fandangos del Alosno from Tali Ban on Vimeo.


¿Cantar?
Os voy a dar un consejo:
si por Huelva hay que cantar
hay que subir al Alosno
y allí ponerse a escuchar
todos los cantes del Toronjo.

Del mal pago
cuantos paseos me debes
adios calle del mal pago
¡Cuantas veces me han tapao
la sombra de tus paredes
las tejas de tus tejaos!

miércoles, 25 de enero de 2012

Clases de cante flamenco con Alba Guerrero en el CC Besós: Cómo cantar las bulerías a compás

Bulerías: cante,guitarra y compás indicado por asistente.



Bulerías: guitarra y compás indicado por asistente.




Bulerías de Jerez

(2) A la calle me salí
(2) a la calle me salí
(2) a la gente que veía
(1) le preguntaba por tí
(2) a la gente que veía
(1) le preguntaba por tí


(2) Lo digo y lo voy a hacer
(2) Lo digo y lo voy a hacer
(2) un teléfono chiquito
(1) pa' saber de tu querer
(2) un teléfono chiquito
(1) pa' saber de tu querer

Lynn Margulis in Memoriam : Contra "Gaia"

 "Popularizada, exagerada o demonizada, la teoría Gaia no significa conservación de la naturaleza y el regreso a la Diosa. Gaia es la superficie regulada del planeta que crea incesantemente nuevos medios ambientes y nuevos organismos.


 "Pero el planeta no es humano, tampoco pertenece a los humanos.Ninguna cultura humana, a pesar de su capacidad para la invención, podría destruir la vida en este planeta, incluso aunque lo intentara.




"Más que una enorme colección de ecosistemas que interactúan, la Tierra vista como la fisiología regulatoria gaiana trasciende a todos los organismos individuales. Los humanos no son el centro de la vida, tampoco lo es cualquier otra especie en concreto. Los humanos ni siquiera son fundamentales para la vida. Somos una parte reciente y que crece rápidamente de un todo antiguo y enorme."


"En la cultura popular la idea confusa de Gaia toca la fibra mitológica. Gaia hace resonar el deseo de importancia de nuestras cortas vidas ligadas a la Tierra. La Gaia mal interpretada sustenta el puritanismo de nuestros días: el discurso feminista sobre los peligros de la «violación» y la destrucción de la Tierra iluminada por el sol. Durante siglos hemos personificado a la naturaleza. La adhesión a la teoría Gaia de los que odian la ciencia y de los que extienden la alarma en los medios de comunicación es impresionante. Los primeros culpan a la ciencia, que sólo es una forma de saber, de los excesos de la tecnología y los segundos utilizan la ciencia para justificar su burdo arte de vender programas de televisión y revistas."

"Gaia no es ni maliciosa ni cuidadosa en relación con la humanidad; es un nombre conveniente para un fenómeno de escala terrestre: la regulación de la temperatura, la acidez/alcalinidad y la composición de gases. Gaia es la serie de ecosistemas en interacción que componen un enorme ecosistema único en la superficie de la Tierra. Punto final."

Las pruebas fósiles registran que durante su historia de 3.000 millones de años la vida terrestre ha soportado numerosos impactos iguales o mayores que la detonación total de las cinco mil bombas de nuestro arsenal nuclear. La vida, y especialmente la vida bacteriana, es resistente. Se ha alimentado de desastres y destrucción desde el comienzo. Gaia incorpora las crisis ecológicas de sus componentes, responde brillantemente y una nueva necesidad se convierte en la madre de la invención.

Al principio, las bacterias tomaron el hidrógeno (H,) que necesitaban para sus cuerpos extrayéndolo directamente del aire. Después tomaron el sulfuro de hidrógeno (H2S) eructado por los volcanes. Con el tiempo, las bacterias verdeazuladas arrancaron átomos de hidrógeno del agua (H oxígeno). El oxígeno fue expulsado como un producto metabólico residual. Este residuo, al principio catastrófico, impulsó con el tiempo el crecimiento continuado de la vida. Los nuevos desperdicios ponen a prueba la tolerancia de la vida y estimulan su creatividad. El oxígeno que necesitamos para respirar comenzó como una toxina; todavía lo es. La liberación de oxígeno por millones de cianobacterias dio como resultado un holocausto mucho más profundo que cualquier actividad medioambiental humana.La polución es natural. «No desperdicies» es una exhortación, no una descripción. Los desperdicios de las cianobacterias se convirtieron en nuestro aire fresco."

"Los humanos obtene¬mos el hidrógeno que necesitamos comiendo plantas u otros ani-males. No podemos vivir sin él. Con frecuencia, los seres recién evolucionados crecen y se expanden rápidamente mediante la explotación de la energía, los suministros de alimento o los residuos ajenos. Pero la expansión de la población siempre cesa porque na-die puede comer o respirar sus propios residuos. Las poblaciones sufren un colapso o se frenan a medida que encuentran impedi¬mentos para su expansión. Este control del crecimiento es exactamente lo que quería decir Darwin con «selección natural». Gaia es la suma de estas crecientes, interactivas y murientes poblaciones; Gaia, una cubierta multiespecífica planetaria compuesta por miríadas de seres muy diferentes, es el único ecosistema gigante de la Tierra."

"A diferencia de cualquiera de los ecosistemas que la componen, Gaia es el genio del reciclaje. Groso modo un quinto de la atmósfera de la Tierra es oxígeno (02). Combinado con el hidrógeno (H2) o con gases que contienen hidrógeno (CH4, H2S, NH3), el oxígeno causa explosiones e incendios. Las reacciones que liberan energía transforman los gases reactivos en sus subproductos «gastados» o menos reactivos. Los gases reactivos como el hidrógeno (H2), el metano (CH4), el amoníaco (NH3), el yoduro de metilo (CH3I), el cloruro de metilo (CH3C)y varios gases de azufre son detectables en la atmósfera de la Tierra porque son creados continuamente por la vida productora de residuos más rápido de lo que pueden reaccionar."

"Mi antigua estudiante y vieja colega Lorraine 01endzenski y yo hicimos un vídeo en la Universidad de Massachusetts, Amherst (la antigua Facultad de Agricultura de Massachusetts). En el vídeo nuestra maravillosa amiga Betsy Blunt Harris —una microbióloga que ha estado enseñando a los profesores de los laboratorios de microbiología durante casi una década— introduce su mano cubierta por un guante a través de un orificio, una «fístula», practicado en el costado de una vaca sana. Los dedos de Betsy toman contacto con el rumen de la vaca, un estómago especial y enorme (uno de los cuatro que poseen todas las vacas y sus parientes rumiantes). Extrae de la fístula una pasta fibrosa de color marrón, principalmente hierba digerida sólo en parte. La pasta está tan plagada de microbios que debe ser altamente diluída antes de que podamos observarla a través de un microscopio. La comunidad microbiana de la vaca incluye extrañas células nadadoras, los protistas ciliados. En el rumen también viven muchas bacterias, la mayoría de ellas más pequeñas que los ciliados. Estos microbios realizan la tarea de la digestión del pasto. Sin ellos, ninguna vaca puede digerir la celulosa de la hierba. De hecho, en un sentido muy real, los microbios degradadores de celulosa son la vaca. Sin ellos no podría tragar, fermentar, regurgitar y volver a tragar. Ninguna vaca sería herbívora o rumiante sin estos intermediarios microbianos. Uno de los productos gaseosos de la digestión de la hierba es el metano. Las vacas eructan enormes cantidades de este gas. El metano bovino es parte del motivo de que el aire de la Tierra sea una mezcla química altamente inestable. Las termitas comedoras de madera también liberan metano. Como las vacas, albergan en sus entrañas microbios que rompen la celulosa en varios compuestos químicos. El dióxido de carbono, el metano, el nitrógeno y los gases que con¬tienen azufre son expulsados al aire por el ano de millones de ter¬mitas. Los sistemas gaseosos inestables a largo plazo de la atmósfera son el resultado de la incesante vida microbiana."

Lynn Margulis (1938-1911) microbióloga en "Planeta Simbiótico" ISBN: 84-8306-998-9

martes, 3 de enero de 2012

ESTÉTICA Y POLÍTICA. Félix de Azúa. El Libro de Estilo de Catatònia Triomfant (8)

“En mayo de 1991 el Círculo de Bellas Artes de Madrid orga­nizó unas Jornadas de Filosofía y pidió a los participantes un breve escrito en el que debíamos resumir lo que llamaban nuestra «estrategia de pensamiento». 


La mía era ésta. 
 

Hoy creo que ya no me hace falta:

CCCB: CLASE, CULTURA y CONFLICTO en BARCELONA. El libro de Estilo de Catatònia Triomfant (7)

LA LUCHA POR BARCELONA: CLASE, CULTURA Y CONFLICTO, 1898-1937

CHRIS EALHAM, ALIANZA EDITORIAL, 2005
ISBN 9788420647272

 

 

 

 

Páginas 123 y siguientes: 

 “En 1931, poco después de proclamarse la República, la Generalitat y el Ayunta­miento de Barcelona alquilaron un tren para llevar a los inmigrantes de Vuelta al sur de España. Por toda la ciudad aparecieron carteles anun­ciando el viaje, y prometiendo comida y bebida gratis para el trayecto completo de más de un día de duración. El gran interés que despertó la operación complació enormemente a las autoridades y un tren repleto de pasajeros dejó Barcelona rumbo al sur. 

Els castellans: El Libro de Estilo de Catatònia Triomfant (6)

Els castellans es el título de un libro de Jordi Puntí, cuya lectura recomiendo vivamente. Se trata de un ejercicio nostálgico de recuperación de la memoria de los niños de los años sesenta en un pueblo industrial de Osona. En aquellos años, todos los pueblos de Cataluña tenían su barrio de castellanos, normalmente unos bloques de casas baratas, de calles sin asfaltar y sin apenas servicios comunitarios. Barrios que hoy se han llenado de la nueva inmigración de árabes, latinos, chinos y rumanos. Paco Candel los llamó “donde la ciudad cambia de nombre”. Para la percepción popular, más bien era “donde cambia de lengua”. A esos barrios se les designaba con nombres míticos sacados a menudo del cine: el Bronx, la Onu (en mi pueblo), la Ciudad sin Ley (de Candel), el Vietnam (en Manlleu, el pueblo de Puntí). “Aquellos bloques de pisos concitaban un peligro latente, una amenaza comparable a la del Vietcong... En verano íbamos en bicicleta al barrio, y nos metíamos entre los edificios como si nos aventurásemos entre las patas de un elefante que no se entera de nada... Decíamos: ¿vamos a patrullar al Vietnam?”

La relación entre las dos comunidades infantiles era a menudo a pedradas. Las batallas entre castellanos y catalanes daban curso y salida al miedo al otro, que a la vez era recelo y competencia por el espacio y el poder. Unos y otros se observaban, se estudiaban, se odiaban y a la vez se admiraban. Ese es el caldo ideal para montar estereotipos: ”todos los castellanos votan a Felipe González, cobran el paro en Andalucía y viven aquí como si estuvieran de vacaciones”, pero a la vez “trabajan más horas que el reloj: lo hacen para no tener que estar en su casa”, “venga quejarse de Cataluña, pero todos vienen porque saben que no les faltará un plato en la mesa”, “los castellanos a la mínima cogen la baja: se pasan todo el día en el ambulatorio”.

La existencia de los castellanos dio un nuevo espacio social a los “catalanes de toda la vida”: ya no eran los últimos de la cola. Los herederos de aquella izquierda revolucionaria y comecuras de antes de la guerra hoy votaban nacionalista, aunque fuera el partido del amo. Y llevaban a los hijos a la escuela religiosa. Las familias catalanas evitaban la escuela nacional, para no mezclar a sus hijos con los castellanos: “allá, Dios sabe con qué gente se encontrarían”.

Había un reparto tácito de espacios, tiempos, actividades y establecimientos, sin ninguna razón aparente. Por ejemplo, “en verano los niños catalanes íbamos a la piscina por la mañana: los castellanos, por la tarde”. Los niños catalanes solían tener clase de repaso, y observaban con envidia cómo los castellanos saltaban desde el trampolín más alto y hacían monerías, ágiles y morenos, llevándose toda la admiración de las chavalas...
Y el Barça. La pasión que levantaba “a menudo se canalizaba contra los castellanos. Cuando el Barça ganaba... provistos de senyeres y banderas azulgranas, pasábamos por las calles del Vietnam, tocando el claxon sin parar, gritando 'Barça, Barça. Barça'. Ellos salían al balcón en pijama y nos mandaban a la mierda. Dábamos por descontado que por el hecho de ser castellanos eran antibarcelonistas, y probablemente madridistas”.

Los niños de los sesenta lo vivimos así, y así está grabado en nuestra retina, la más tierna e indeleble. Memoria errónea, sin duda. Políticamente incorrecta, también. Pero ahí está, bajo todas las capas de la conspiración de silencio que hemos montado en torno al tema tabú de la Cataluña actual.

Jesús Royo Arpón